Qué hacer frente a un accidente
En ambientes naturales y agrestes hay limitaciones en los tratamientos que pueden ofrecerse a una persona accidentada. Estas limitaciones surgen a partir de restricciones en el equipo o en la carencia de entrenamiento de la persona: Lo “Real”.
La mejor manera de desarrollar un plan de acción en el campo es asumir que todas las formas de tratamiento son posibles, o sea que incluye la previsión de los problemas, la disponibilidad de equipo sofisticado y niveles de entrenamiento médico avanzados: Lo “Ideal”. De esta manera el socorrista podrá identificar los principios de tratamiento (*1) y procedimientos (*2) más adecuados. Si bien muchas veces es imposible poder contar con los mismos, es importante hacer una lista de los tratamientos que se realizarían ante una situación ideal.
Luego de establecer los tratamientos ideales es el momento de considerar las limitaciones que tuvimos en cuenta anteriormente. Es también importante poder diferenciar entre el tratamiento necesario (Ideal) y el tratamiento que se adecua a las condiciones en que nos encontramos (Real).
El objetivo final debe ser desarrollar un plan de tratamiento real de campo. Todos los tratamientos necesarios deben llevarse a cabo y en lo posible deben realizarse en el campo. Hay que tener en cuenta que los principios son más importantes que los procedimientos, y que los principios de tratamiento normalmente se pueden llevar a cabo en el campo utilizando la improvisación. Aquí habrá que poner en juego mecanismos que nos permitan llevar a cabo los tratamientos necesarios con los recursos disponibles.
La conducta más adecuada en el campo será aquella que pueda realizarse para cumplir con todos los procedimientos y principios del tratamiento utilizando los recursos disponibles.
Siempre que no se disponga de los recursos y del entrenamiento adecuado para poder llevar a cabo las conductas necesarias el plan de contingencia deberá incluir la evacuación de la víctima, por ejemplo:
- Un escalador se cae de una pared de roca desde 10 metros de altura. En la evaluación se identifican los siguientes problemas clínicos:
- posible daño de columna.
- lesión en la cabeza (traumatismo encéfalo craneal) con deterioro del estado de conciencia.
- posible fractura en un antebrazo.
- corte en el cuero cabelludo.
Luego de considerar la severidad del daño, se identifican los siguientes problemas anticipados:
- un agravamiento del daño neurológico.
- posible shock secundario al sangrado (fracturas, heridas abiertas) o al dolor.
La conducta óptima (ideal) debería incluir lo siguiente:
- inmovilizar la columna.
- reponer líquidos y administrar analgésicos para evitar el shock.
- evaluación neurológica y quirúrgica ante la posibilidad de lesiones internas.
- limpiar y suturar la herida del cuero cabelludo.
- inmovilizar el antebrazo.
Todas las conductas listadas anteriormente son necesarias pero en el campo nos podemos encontrar con las siguientes limitaciones:
- botiquines incompletos.
- falta de profesionales idóneos.
- falta de equipamiento adecuado.
Nuestro objetivo en el campo debe ser llegar a cumplir la mayor cantidad de conductas adecuadas dentro de nuestras posibilidades. La mejor respuesta (real) a la emergencia anterior sería:
- inmovilizar la columna.
- inmovilizar el antebrazo.
- controlar la hemorragia.
- si es posible brindar analgesia.
- limpiar la herida del cuero cabelludo.
- abrigar al herido.
- evitar que vomite y se broncoaspire.
Y dado que las conductas que podemos tomar en el campo con la víctima no son suficientes para cumplir con los objetivos necesarios el plan de contingencia deberá incluir necesariamente la evacuación de la víctima para que sea atendida en un centro asistencial.